PROYECTO ROBYTO

EQUIPO B, DÍA 55



Hola, somos Samuel, Iván y Zoe. Ya estamos temiendo tener que enfrentarnos a nuestra vestimenta polar. Al recibir los 16 kilos de ropa y equipos polares que nos esperaban embutidos dentro de dos intimidantes bolsas anaranjadas en la base aérea Christchurch, Nueva Zelanda.




Para ponerse el equipo de Frío Extremo ECW (Extreme Cold Weather) había que recibir un curso de física. Cada par de pantalones, camisa térmica, camisita, camisona, chaqueta, cortavientos, medias, 4 pares de guantes y gorros tenían su orden específico y etiqueta de postura. 
Había que comenzar con un delgado pijama térmico. Luego, pantalones de lana sintética y una segunda capa de dulce abrigo. En situaciones de frío extremo, no se puede usar lana natural porque no deja respirar al cuerpo. Encima de eso, un overol de esquiador, coronado con una chamarra negra de lana sintética. Y aún no habíamos terminado... 


Los tres puntos culminantes fueron la big red parka, una chaqueta con no menos de 10 centímetros de plumas de ganso canadiense; unos mitones de pelo de foca que a los de manos pequeñas nos llegaban hasta los hombros; y las bunny boots, botas-ladrillo de caucho blanco encaramadas sobre un colchón de aire para aislar los pies del hielo. Las botas tenían unas válvulas que había que abrir al entrar a los aviones, para que no reventaran con los cambios de presión.

Una cosa era ponerse la ropa. Otra, caminar con la parafernalia encima. Era como acarrear un muerto. Y había que ponérsela para abordar el formidable C-17 camino a McMurdo: si el avión tuviese que aterrizar en mitad del hielo, tendríamos puesto el equipo de supervivencia, y el resto en la bolsa naranja.